[Pasaje de un folleto publicado en respuesta a la peste]
Dunwall, la sede del poder del mundo civilizado conocido, el imperio de las islas. Es nuestra gran capital. Y está pasando un momento muy complicado a causa de los bichos. El mero pensamiento resulta doloroso.
Nos enfrentamos al hecho de que, la que otrora fuera nuestra gran ciudad, está en un estado ruinoso, y los pocos domicilios que aún siguen siendo habitables son las haciendas de los que son suficientemente ricos como para protegerse de la realidad. Una ciudad no puede seguir creciendo con las clases altas y sus aduladores enclaustrados como únicos habitantes.
Aunque la peste desaparezca mañana, en su estado actual, Dunwall no tiene suficientes personas fuertes en edad de trabajar que puedan restablecer el funcionamiento diario de la ciudad. Debemos encontrar una forma de atraer nuevos residentes, para lo que habrá que eliminar la nube de terror causada por el régimen actual. El lord Regente y sus lacayos son malos para los negocios, amigos.
Así que depende de nosotros: debemos sobreponernos a una plaga y a un tirano. Y, después, tendremos que acometer un tercer milagro: apretar las tuercas a los obscenamente ricos y obligarlos a devolver parte de sus beneficios al lugar que les ha otorgado sus vidas privilegiadas; son los afortunados y los poderosos los que deben pagar la reconstrucción de Dunwall, aunque los más pobres tengan que llevar a cuestas las piedras y los tablones de dicha reconstrucción.
Todo esto debe suceder para que la máquina durmiente del comercio vuelva a arrancar. Sin ella, estamos todos acabados y la ciudad más importante de nuestro tiempo desaparecerá.