[Pasaje de un cuaderno de viaje de un ballenero en sus últimos años]
Historia de un arponero, vol.2: O la última travesía de un arponero.
Tras más de un cuarto de siglo, se acabó la caza de ballenas para mí, estoy demasiado deshecho para continuar. He visto todos los rincones de las islas y ganado más dinero del que la mayoría de los hombres ve en toda su vida. Pero todo eso ya pasó. He sobrevivido a un emperador y he visto a su hija subir al trono, como una joven emperatriz, y ser asesinada; era tan joven. Todo lo hermoso acaba muriendo. He comido en todos los puertos del mundo conocido y surcado las aguas más solitarias que cabe imaginar. He visto los acantilados de la costa de Pandyssia. Ni los mejores momentos me proporcionan una pizca de alegría. Rememoro esos años en mis sueños como nada más que una sucesión de cuerpos masacrados; largos, elegantes, cantando entre las olas bajo la luz de la luna, solo para ser arponeados por hombres feos y surcados de cicatrices causadas por el clima, que se apuñalarían entre sí por un buen par de botas.
Cada año tenía menos tiempo para volver a casa. Mi lengua olvidó el idioma de las charlas triviales y los que vivían en las ciudades me encontraban extraño. Mi hermana Nina apenas sabía qué decirme durante nuestros encuentros. Cuando perdió su negocio por culpa del abogado corrupto del lord Regente, yo estaba a cien millas al este de Morley, con la mano del arpón helada por el aguanieve mientras dábamos caza a la primera ballena macho que habíamos visto en meses. La ayudé cuanto pude, pero Nina murió en los primeros días de la peste. Nada de eso importaba. Si estoy amargado y harto es porque esta industria me ha robado mis sueños. El mundo ha podido conmigo.