[Pasaje de una obra de ficción más extensa.]
Espíritu de las profundidades, sirena de los sueños.
Caminé durante horas por la costa, dejando atrás Dunwall, hasta que el lamento de las olas ahogó cualquier otro sentimiento. Lloré, sabiendo que no volverías a mí, amor mío.
Dominas mis sueños, donde contemplo, con sentidos que no poseo cuando estoy despierta, el oscuro esplendor de tu hogar en las profundidades. Allí, el océano descansa sobre tu espalda como un niño dormido a hombros de su padre.
En esas noches en blanco de desesperación, te apareces a mí, no como el poderoso leviatán, sino como un joven, con los ojos negros como el Vacío.