[Pasaje de las notas de un filósofo natural sobre los efectos del aceite de ballena en la función gastrointestinal]
Uno de los beneficios de la peste es la abundancia de cuerpos abandonados a disposición de la mente médica inquisitiva. Gracias a infusiones de aceite de ballena y a la aplicación de impulsos eléctricos, he conseguido estimular la función gástrica, además de la actividad de otros órganos. Creo que estos tratamientos podrían aplicarse a los vivos, y que prolongarían la vida de manera indefinida.
Al aplicar mi proceso al estómago y al sistema intestinal, la digestión sigue produciéndose, aunque el resultado final debe ser evacuado del estómago mediante conductos y procesado por mi maquinaria antes de volver a distribuirlo a los órganos adecuados. Me costó bastante llegar a esta solución, ya que mi primera idea era disociar la comida yo mismo y saltarme todos los procesos naturales.
Mi sujeto ha indicado que ya no dispone de sentido del gusto, pero puede que sea una bendición, dadas las cosas con las que lo estoy alimentando últimamente.